Entrevista a Cristina Pedreño en Truckind

24 de febrero de 2023

Cristina Pedreño lleva con orgullo un apellido ligado al sector del vehículo industrial desde hace más de cuatro décadas, cuando su padre, Antonio Pedreño Montoya, puso en marcha en la planta baja de la casa familiar un pequeño negocio de reconstrucción de embragues.

Corría el año 1978. Solo tres después nacería su hija Cristina, quien en 2008 tomaría la gerencia del negocio “cuando la empresa empezó a crecer y había que poner un poco de orden”. Abierta, inquieta, emprendedora y creativa, asumió el control de la empresa familiar a pesar de que “no era mi objetivo” y con la responsabilidad de situar a la compañía en un lugar preferente en el mercado. Su historia es una historia de éxito, pero también de superación: “Yo me he querido demostrar a mí misma y demostrar al mundo que a mí esto no me lo han regalado”. Amante del arte, de la naturaleza, del deporte y la música, reconoce que “la pasión” es el motor de su vida.

En 1978, Antonio Pedreño Montoya aprovechaba su experiencia como jefe de planta en la compañía Fraymon (posteriormente adquirida por Valeo) para poner en marcha el embrión de Embragues Pedreño, un pequeño negocio familiar ubicado en Murcia y especializado en la reconstrucción de embragues para vehículo industrial. Fueron años de mucho trabajo y de sacrificio en un pequeño taller ubicado en la propia vivienda de la familia, como recordaba Cristina Pedreño: “Mis primeros recuerdos eran de mi padre en un taller oscuro reconstruyendo embragues y la vorágine y la urgencia del vehículo industrial. Cuando cierro los ojos me vuelven esas imágenes en el bajo de mi casa, que fue donde empezamos; el taller era muy pequeño y teníamos que quitarnos uno para pasar el otro, no cabía el material en el almacén. Y luego vuelvo a cerrar los ojos y recuerdo la ilusión con la que nosotros comenzamos a crecer en estas instalaciones y cómo fue creciendo la empresa”.

A pesar de estos primeros recuerdos de su infancia, Cristina Pedreño siempre tuvo claro que su carrera profesional estaría fuera de la empresa familiar: “Me formé en el área de administración y finanzas: hice el módulo de grado superior y después me puse a estudiar ADE. Ahí tuve la oportunidad de encontrar trabajo en el departamento de Compras en una empresa de instalaciones eléctricas, así que empecé a trabajar”. Eso sí, nunca quitó el ojo de los movimientos en el seno del negocio fundado por su padre: “Mi hermano Antonio se incorporó a la empresa para dedicarse a la reconstrucción de embragues. Yo seguía trabajando en lo mío, pero veía que ahí había una oportunidad. La verdad es que me estaba desarrollando muchísimo, pero siempre sin quitar el ojo de la empresa familiar, de hecho en mis ratos libres colaboraba con ellos”.

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“¿Y por qué no?”

Con el cambio de siglo se incorporaría a la empresa otro miembro más, su hermano Teodoro Pedreño (actual director de Compras), una decisión que supondría un punto de inflexión en el devenir de la compañía y en el suyo propio. Mientras se desarrollaba la expansión comercial del producto reconstruido, la segunda generación valoró la posibilidad de introducir el producto nuevo. La pregunta, para Cristina, salía sola: “¿Y si lo complementamos con los recambios relacionados con el sistema de transmisión y componentes?’. Y así fue como empezamos, casi de broma”.

Aquella visión culminaría con la distribución de los embragues de la marca Sachs (quedando durante varios años consecutivos entre los tres distribuidores más importantes para la marca por volumen de ventas): “Tuvimos tan buena acogida en el mercado del embrague nuevo por ser tan especialistas que nos dieron la oportunidad de entrar con otro tipo de producto nuevo”, recordaba. Fue un momento de tomar decisiones importantes en el ámbito de la empresa, pero también en el plano personal: “Yo fui barajando las dos actividades hasta que vi que o me enfocaba en una cosa o en la otra”, y finalmente se decantó por integrarse en el negocio familiar: “En 2002 invertimos en nuestra primera nave y entonces decidí apostar por esto. Mi mundo profesional cambiaba completamente”.

Nuevos mercados

Esta expansión no se limitaría al modelo de negocio, sino que alcanzaría también al ámbito territorial de actuación: “Nosotros desde el principio abrimos zona en Almería; nunca hemos tenido una visión regional, y eso nos ayudó muchísimo a crecer y a tener más opciones de negocio. Veíamos que había oportunidades y para nosotros la distancia nunca ha sido una limitación”.

La decisión de distribuir producto nuevo fue el punto de inflexión en la carrera profesional de la actual gerente después de sus dudas acerca del mercado de la reconstrucción: “Mi idea no era seguir en el negocio familiar porque yo sabía que el sector de la reconstrucción iba a morir. De hecho, yo siempre había querido conocer el mundo fuera. Sí que pensaba que podía tener una oportunidad de crecer en el negocio familiar, pero no era mi objetivo, mi objetivo era aprender y aportar lo máximo posible a mi línea profesional”.

En aquel momento la empresa estaba compuesta únicamente por cinco personas: los tres socios (Cristina, Teodoro y Antonio Pedreño) y dos externos. Había, por lo tanto, que arrimar el hombro: “Yo empecé haciendo de todo un poco. Tenía que pedir oportunidades, llamaba a clientes, pedía producto, preparaba paquetes y reorganizaba el almacén… hacía como que sabía. Aunque lo llevé bien porque siempre he sido una persona muy inquieta y el área comercial siempre me ha gustado mucho”. Y todo ello con las dificultades añadidas de ser mujer en un mundo netamente masculino: “Siempre he tenido que demostrar un poquito más porque que te atienda una mujer para recambio de vehículo industrial…”.

Una de sus principales prioridades fue mantener la armonía familiar, un aspecto que Cristina considera clave para no perjudicar a la propia empresa ni a sus miembros: “Nosotros tenemos un protocolo familiar; ésa fue una de las condiciones con las que yo entré aquí, porque había visto muchas empresas morir. De hecho, en la empresa que trabajaba anteriormente también había muchísimo conflicto por eso”.

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“Mis hermanos siempre han creído en mí”

El crecimiento iniciado en 2002 con la incorporación del recambio nuevo llevaría a la Dirección a introducir mejoras en el terreno operativo en el año 2008: “En plena época de crisis la empresa se potenció mucho y vi que era el momento de profesionalizarla porque se estaba haciendo muy grande en cuanto a procedimiento y jerarquía”. Su primera decisión, además de invertir en formación (hizo un Executive MBA y otros másteres), fue generar un organigrama con las personas que realmente quisieran tirar del carro: “Al final, cuando tuvimos que decidir quién iba a asumir la gerencia de la empresa, la decisión la tomaron entre los directivos y mis propios socios”. Y finalmente, ella sería la elegida: “Yo me lo tomé más en serio y mis hermanos siempre han creído mucho en mí”, señalaba. “Para ellos es una tranquilidad porque para ser CEO de una empresa tienes que tener conocimientos de todos los departamentos y contar con profesionalización en cuanto a educación, y eso lo tengo”.

Por su parte, su hermano Antonio Pedreño asumiría el cargo de técnico comercial, mientras que Teodoro Pedreño se convertiría en director de Compras. “Hemos sabido mantener muy bien la jerarquía de ocuparnos cada uno de una labor, de creer uno en el otro, de aportarnos con críticas constructivas y creo que eso también el equipo lo ha sabido leer”.

A pesar de esta separación de funciones, Cristina decidió unir a sus obligaciones como gerente las propias de la Dirección Comercial: “Al final me introduje tanto en el mundo del cliente que vi que era muy efectivo. Hoy por hoy tengo colaboradores en la Dirección Comercial porque son muchas labores, pero yo no dejo de estar a pie de la calle, es decir, intento que los clientes sepan que su colaborador siempre está ahí y sepan quién es”.

En este relevo generacional, la confianza depositada por el propio fundador de la empresa, Antonio Pedreño Montoya, fue clave para consolidar el nuevo rumbo de la compañía, sobre todo en la primera etapa. “Hemos tenido la suerte de que mi padre delegó muchísimo en nosotros porque la línea que abrimos era desconocida para él y nosotros acogimos con responsabilidad y madurez su legado. Él creía en nosotros y nosotros aprovechamos sus clientes que utilizaban tanto el recambio reconstruido como el de aftermarket”. La visión del fundador sería clave en estos primeros años: “Cuando empezamos a distribuir le pedíamos opinión a mi padre porque también era socio de la empresa y necesitábamos tener la seguridad de que nos apoyaba y su conocimiento de empresario de muchos años”.

Un apoyo que facilitó la fase inicial de implantación, aunque el camino hasta la consolidación de la compañía no fue precisamente de rosas: “Mi padre fue como un trampolín para que tuviéramos un poco más de facilidad a la hora de introducirnos en el mercado de clientes, pero nosotros tuvimos que demostrar mucho a los clientes y a los proveedores para que nos dieran las distribuciones; hoy por hoy nos cuesta menos por la posición que tenemos en el mercado, pero los comienzos fueron muy difíciles y más estando en un bajo de una casa. Nuestra familia siempre ha sido muy humilde”.

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“He tenido que demostrar que sé lo que vendo”

A pesar de contar con la preparación necesaria para asumir las riendas de la empresa, sus comienzos en un mundo tan masculino como el del recambio para vehículo industrial no fueron fáciles. “Los problemas se presentaban con los clientes porque era una mujer y en el mundo profesional del vehículo industrial es muy importante el tema técnico, es decir, que tú conozcas el producto y que sepas hablar su idioma, eso es lo que a ellos les aporta seguridad. He tenido que demostrar a los clientes que sé lo que vendo, que conozco el producto y el sector y que les puedo aportar muchas cosas”.

Ahora, con una experiencia de casi dos décadas en el sector, la percepción ha cambiado por completo, aunque no obvia la dificultad de aquellos primeros años: “Ahora hay clientes que me llaman porque tienen problemas técnicos o con fabricantes y para mí es muy satisfactorio; al final, al cabo de los años, he conseguido que me valoren como una profesional y no como una cara bonita, que en muchos sitios me ha pasado. Incluso he tenido que insistir más de lo normal para que me reciban. Pero bueno, ahora me pasa lo contrario, muchas veces me reclaman o sé que tengo que hacer muchas visitas de cortesía, que para mí no hay ningún esfuerzo, al contrario, me gusta y me enriquece”.

“No considero ni que las mujeres tengan que tener más ventajas que los hombres, ni los hombres que las mujeres, sino que sea algo híbrido, que tengamos las mismas oportunidades, los mismos derechos, pero en este sector cuesta mucho”, reflexionaba. “He tenido clientes que han tenido mujeres mecánicas y al final no han podido mantenerlas en plantilla porque el cliente final no tenía confianza en las capacidades de esa persona. A nivel directivo sí noto que hay muchísima incorporación femenina en grandes fabricantes, pero en los puestos intermedios y operativos no tanto”. Y aquí es donde Cristina ha querido aportar su granito de arena en el seno de Grupo Pedreño: “En mi equipo han existido y existen mujeres en puestos operativos y hace poco integramos a una chica en posventa con una personalidad bastante fuerte en el sentido de que le gustan los retos; se está profesionalizando mucho en el tema técnico y como ya el cliente está acostumbrado a que aquí puede encontrarse un miembro femenino, ella está encantada”.

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“Me mueve la pasión”

Compaginar las funciones de gerente y de directora comercial obliga a mantener un estricto control de la agenda para dar respuesta a todas las exigencias de la compañía en ambos ámbitos. “Soy muy tenaz con la organización. Todas las semanas intento guardarme dos días para hacer acciones con mi equipo comercial y el resto lo paso en la empresa o en casa, ya que hoy en día se puede trabajar desde cualquier sitio”. Este afán por la organización no debe confundirse con rigidez, sobre todo cuando se trata de atender a los clientes: “Lo que más me cuesta es guardarme momentos para la gestión de la empresa, y ahí es donde pospongo, aunque siempre dentro del periodo marcado. Siento que para mí el cliente y el equipo comercial son lo primero, así que todos los días te vienen cosas que debes atender y no puedes marcarte una agenda cerrada, aunque procuro tenerla. Lo que más me cuesta, por lo tanto, es ser más rígida en ese aspecto, pero también creo que ser flexible es una virtud”.

Trece años después de asumir la gerencia, Cristina Pedreño se siente orgullosa de “mantener el equipo” (de casi cincuenta personas) y de que Pedreño “sea un referente en la zona”. ¿Y a nivel personal? “De haber desarrollado lo que he desarrollado y de no perder las ganas y la ilusión” a pesar de las circunstancias que atraviesa el sector del transporte: “A mí que lo que me mueve es la pasión; si no siento pasión e ilusión por nada no me levanto de la cama”.

Espíritu creativo

Esta pasión también está presente en otros ámbitos completamente alejados del propio negocio: “Hay otras cosas que me apasionan en la vida que son totalmente opuestas a esto, y hay que encontrar el equilibrio. Me gusta mucho el arte, practico la técnica del collage y me encanta la naturaleza. El deporte me gusta mucho y también dedicar tiempo a mi familia, a mis amigos y a la música, que también me apasiona”.

El interés por el collage como técnica artística la ha llevado a colaborar en la creación de un club que en un principio fue “de unas cuantas conocidas” y en el que a día de hoy “hay gente de toda Europa” gracias a las redes sociales. “Como hobby es algo que nos llena mucho y es curioso porque casi todas las que estamos en él tenemos puestos de trabajo muy exigentes; todas tenemos una vida muy intensa y nos hemos juntado para desahogarnos. Además, en lo que tú desarrollas se ve un poco reflejado lo que estás viviendo”.

Esa faceta creativa también se refleja en el mundo de los negocios. “Yo siempre la he utilizado aquí, por eso nos hemos destacado y diferenciado del resto. Hemos sido muy creativos incluso a la hora de afrontar acuerdos comerciales o la típica reclamación del cliente. Siempre utilizo fórmulas muy originales. De hecho, los clientes siempre me dicen ‘a ver con qué me vienes, espérate que me siente”, bromeaba. “Al final ven que no salen perdiendo, que recuperan lo que ellos creen que es suyo y nosotros también salimos satisfechos”.

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“No me gusta perder el tiempo”

“Soy un poco tozuda en el aspecto funcional, porque considero que es clave para la profesionalidad de la empresa marcar unos buenos parámetros y unas buenas funciones y, sobre todo, que todos los profesionales estén muy bien identificados con sus funciones y sus obligaciones”. Así comienza su definición como gerente Cristina Pedreño, una mujer a la que le encantan los retos y que se mueve tanto por la pasión por el trabajo como por el rigor en la toma de decisiones: “Soy bastante social, muy profesional, no me gusta perder el tiempo y a todo intento sacarle un beneficio, ya sea por algo bueno o por algo malo. Y la verdad es que soy una persona muy cercana, que eso es lo que ha hecho que ocupe un puesto en el este sector”.

“Soy bastante exigente, primero conmigo y luego con los demás. He sido una persona muy tenaz, muy constante y muy exigente y hay veces que tienes que saber controlar eso porque la perfección no existe”, añadía. “En la empresa recibo muchísima gratificación porque veo que todo el equipo está a gusto, y también los clientes y proveedores. Me gusta el concepto de lo que es Pedreño, de la gente que trabaja en ella, y es por lo que trabajo todos los días”.

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